Por Juan Cú
Pessoa es un hombre sincero, un hombre moral, el Pessoa amoral, no immoral, se esconde en sus heterónimos. Si,
estaba de moda en su época el espiritísmo (hablar con los muertos,
otros dicen del ocultismo...en fin), que por alguna virtud de
autenticidad cobró crédito. Rubén Darío fue aficionado, entre otros.
Fernando Pessoa fue muy crítico con las obras de literatura,
escribió un libro: Páginas de Estética e de Teoria e Crítica Literária,
que lo considero muy acertado en sus opiniones, el libro es difícil
conseguirlo y más en una buena traducción.(Fue alcóholico toda su vida
como Allan Poe, murió a los 47) De sus heterónimos tiene Alberto Caeiro,
Álvaro de Campos, Bernardo Soares y Ricardo Reis. Luego Isadore Ducasse
( Uruguay 4 de abril de 1846 – París, Francia, 24 de noviembre de
1870), si seguimos la misma idea de buscar un alias, que mejora la obra (
muchos lo han hecho) el Conde de Lautréamont (como se hízo llamar
después de su fracaso en su primer libro oficial: Poesías 1870) su único
heterónimo, mejora los supuestos poemas mediocres posteriores a los
Cantos de Maldoror (1869). Digamos que publicó el libro POESÏAS al mismo
tiempo pero a escondidas a los Cantos de Maldoror, debido a la censura,
recordemos la misma censura poco antes al libro de las Flores del Mal
(1857) de Baudelaire. Apéndice: Isadore Ducasse pagó y mandó publicar 10
ejemplares (?) a una imprenta de Bélgica, igual lo hízo Juan Nicolás
Arturo Rimbaud, (100 ejemplares de una Temporada en el Infierno, 1873),
de los cuales pidió 10 para obsequiarlos a sus conocidos) curiosa
equivalencia, Rubén Darío fue de los primeros que lo desempolvaron a
Isadore, en su libro Los Raros, creo fue el mejor que hablo de él, los
surrealistas mucho tiempo después lo adoptaron, es decir André Bretón,
lo utilizó como publicidad a su movimiento. Concluyendo se escribe una
buena obra, la publicamos 10 veces, aunque sea en foto-copia con tapas
de cartón o un libro a pluma y papel, sí así se quiere ¿Conocen otro
método?... y esperamos...50 años aproximadamente, los nuevos poetas
cultos, y críticos de la nueva época, desearán hablar del libro
desenterrado del tiempo por ellos mismos. Al existir muy pocos
ejemplares considerarán que fue un libro censurado o con miedo a la
censura, los críticos lo contrastarán con los libros de otros como aquel
pero que publicaron sin ningún problema cientos o miles de ejemplares y
evaluarán la calidad de toda esa generación en el tratamiento del
lenguaje, buscando virtudes semánticas y técnicas de los autores, (por
lo general los que saben de estas cosas piensan que en la cantidad casi
siempre no abunda la calidad) el tratamiento de la lengua (el idioma que
se habla) y el lenguaje (que es la actitud con la que se va transformar
la lengua con la idea del que la escribe) este, el lenguaje, no se
resuelve escribiendo libros y libros de lo- mismo - o de lo otro, mismo,
también, los que saben o medio saben, concluirán que el tipo que
publicó 10 ejemplares en toda su vida merece que la historia de la
literatura le aparte su lugar honroso por escribir en las extremas
tensiones que el lenguaje soporta ( la técnica, la forma hacia los
lados) o con la profundidad que el lenguaje le brinda a las ideas ( la
técnica del pensamiento humano, hacia dentro, como el símbolo del
laberinto) mientras que los demás evaluados por su inopia y egolatría
recibieron el olvido; al espíritu humano le gusta su propia novedad del
pensamiento y el pensamiento se escribe con una lengua y con una forma
de hacer esa lengua el lenguaje, y esta es la novedad, es decir cómo la
escribimos, cómo la tratamos, la visualizamos... o cómo la hacemos,
diría más infinita de lo que ya és. Tratando de concluir: sólo
escritores de calidad en vida son laureados, los que mueren pronto y con
obra son rescatados, los que tienen obra en vida y son ninguneados
encontrarán alivio en esta y posterior a su muerte... Continuará. Juan
Cu